Los profesores Antonio Nakhle y Jadiya Al Qtaish, de la ONG Himaya, dan una clase a niños refugiados sirios para prevenir abusos sexuales en Zahle, en el valle libanés de la Bekaa. Rosa Meneses. Charlas sobre protección. Himaya (que en árabe significa “Protección”) nació en 2009, como reacción a una estadística de 2007,
publicada por Save the Children, el Ministerio de Asuntos Sociales libanés y la ONG local Kafa, que arrojó una terrible realidad: uno de cada seis niños era víctima de abusos sexuales en el Líbano. 

La ONG trabaja para proteger a estos pequeños en dos vertientes: la prevención y, una vez se ha producido la brutal vivencia, la resiliencia. Esta experiencia la está aplicando ahora para ayudar a los menores sirios. “Organizamos charlas para enseñarles cómo protegerse por sí mismos de riesgos como un incendio, por ejemplo. Y también incorporamos cómo proteger su privacidad y su cuerpo, intentando desarrollar el conocimiento de los niños y detectar casos”, detalla Rachelle Abdayem, monitora de 25 años de Himaya. 

“Los niños que han sido víctimas de maltratos y abusos sexuales suelen rehusar unirse a estas actividades, no quieren jugar con otros niños, o les pegan o bien se muestran agitados e hiperactivos”, agrega. Los monitores de Himaya van una vez por semana a los asentamientos informales, a dar charlas en el entorno familiar, trabajar con los padres y concienciar sobre esta lacra. UNICEF tiene bajo sus programas de protección de matrimonio infantil y otras problemáticas a 100.000 niños y niñas, según cifras de abril de este año. 

El valle de la Bekaa no es la única zona donde opera Himaya, con más de 130 integrantes. También están presentes en otras importantes zonas del Líbano, como Beirut o Sidón. Aunque es este fértil valle la zona del Líbano que presenta mayor concentración de sirios que han huido de la guerra que azota el país vecino desde 2011. De los más de un millón de refugiados sirios registrados en el Líbano, según estadísticas de mayo de 2016 del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), más de la mitad son menores de 18 años. Las cifras pueden ser mayores, ya que hay una gran cantidad de refugiados sin registrar, con cifras no oficiales que hablan de un total de refugiados sirios en el Líbano de entre 1,2 y 1,5 millones. 

Eso hace que haya cientos de miles de personas en un limbo, en el que no tienen papeles ni asistencia humanitaria, lo que los vuelve más vulnerables de lo que eran. Un círculo sin fin para Batou, de nueve años, que vino de Alepo con su familia “después de que un avión bombardeara su casa”. O Ahmad, de 11 años, que también huyó de Alepo “por la guerra”, afirma como si lo hubiera aprendido en clase. O Hala, de nueve años, que viene de Gouta (este de Damasco) y tiene cuatro hermanos. Todos quieren decir su nombre y contar su historia en la clase de Antonio Nakhle y Jadiya al Qtaish, a la que atienden como si fuera la más importante de sus cortas vidas.