Caballo de Troya contra el Cáncer

La técnica del caballo de Troya ya ha sido empleada antes en el laboratorio. Con lo que se conoce como “origami de ADN”, los investigadores consiguen introducir un medicamento dentro de las células resistente producidas en la leucemia. El medicamento en cuestión es daunorubicina, un derivado de la antraciclina que se emplea para tratar la leucemia.

Esta molécula, la daunorubicina, actúa sobre algunos de los mecanismos del ADN, parando la maquinaria de replicación. De esta manera se detiene la posibilidad de dividirse y crear nuevas células tumorales.

El problema es que las células se vuelven resistentes a este medicamento de manera que cuando llega dentro de la misma, automáticamente, son recogidas y expulsadas fuera. Así, la daunorubicina no puede actuar sobre la maquinaria del ADN. Pero, gracias a este caballo de Troya especialmente diseñado, la molécula es incluida en el interior, llevada hasta el ADN y, entonces, “desplegada” para que realice su función correcta.

Así es el caballo de Troya contra el cáncer

Imaginad un pequeño tubo de apenas quince nanómetros por cien de largo, es decir, un millón de veces más pequeño que un centímetro. Este tubo está formado por ADN, sí, la molécula base para toda la vida, y tiene varios agujeros. El ADN ha sido diseñado especialmente para la ocasión y en su interior, como si de una píldora se tratase, se encuentra la medicación, aguardando su momento. La “píldora” de ADN está diseñada para maximizar la cantidad de moléculas que puede llevar. Es lo que llamamos nano-encapsulación. Así, la píldora se introduce en la célula cancerígena, unas cien veces más grande que ella, y es acumulada en su interior. Además, por su naturaleza de ADN, es fácilmente transportable al interior de la célula.

Una vez allí, la propia maquinaria reordena la cubierta de ADN de la píldora, liberando la medicación a traición. Esta, una vez dentro del núcleo, puede atacar directamente la maquinaria celular sin ser expulsada por las proteínas y los medios externos al núcleo. Las píldoras son resistentes y duraderas. Lo suficiente, al menos, para llegar hasta el núcleo, donde la célula no podrá defenderse del ataque.

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ADN, nuestro aliado

Como bien explican los investigadores, aunque el ADN es la mítica célula portadora de la vida, su utilidad es enorme. A estas alturas sabemos como construir los bloques del ácido desoxirribonucleico a nuestro antojo. Estas moléculas son muy dinámicas, flexibles, fácilmente ensamblables y con una estructura muy, muy conocida. De esta manera, podemos jugar con ella como si de un “mecano” se tratase, formando estructuras. Además, el ADN es una sustancia común y conocida por el cuerpo, por lo que utilizar los mecanismos existentes en nuestras células para manipular el ADN es algo natural. Todos estos trucos son los que utilizamos para crear estos caballos de Troya minúsculos con lo que combatir el cáncer. 

Pero no debemos confundirnos. El ADN de la cubierta no nos hace absolutamente nada. Es decir, no se modifica nuestro propio ADN de ninguna manera. El ADN solo sirve como estructura, como cubierta. Y tras eso se degrada en ladrillos fundamentales que nos aportan información alguna. Esto es importante comprenderlo, pues puede causar alguna confusión. El tratamiento, no obstante, aunque aún un poco lejos de estar disponible, contempla unas posibilidades muy interesantes. Las pruebas indican que no solo funciona con leucemia, sino que ha sido posible introducirlo en tumores sólidos. Ojalá el eco de esta noticia nos alcance algún día con un tratamiento tan prometedor como parece.

By: hipertextual.com